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Hace unos cuantos años, pase una de las tragedias mas horribles de mi vida, la perdida de mi Papa, pero no de una manera sencilla y que me sigue doliendo hasta hoy día. La imagen de la nota es un árbol, no para atormentar un poco mi cansada mente por extrañar a mi viejo, sino porque es vida, no solo nos da oxigeno, alberga infinidad de criaturas y algunas nos alimentan. Por lo pronto en uno de ellos, termino la vida de unos de los seres que mas he amado en mi vida. Esta carta la elabore poco tiempo después, como una manera de sacar lo que hay dentro de mi, lo que me atormentaba y pesaba mas que nada en mi alma, el día que decidió descansar.

El día que mi papá decidió descansar

Empezó como un lunes normal, las casi nulas fuerzas para salir de la cama.

Mi hermana como siempre en su rutina, era levantarse a las 6:00 AM para ir a bañarse, vive en el segundo piso de la casa, la cual tiene una escalera por el frente.

Pero esa mañana noto algo raro, la puerta de la calle y la otra que da entrada a la casa estaban abiertas, por lo que se preocupó y al asomarse al cuarto de mi papá, él no estaba.

Mi papá un señor en toda la extensión de la palabra, contaba con 81 años, fuerte como un roble, no aparentaba su edad pero desde hace más o menos una década le habían diagnosticado diabetes, perdió el oído y la vista casi en su totalidad, pero eso no le quitaba los increíbles deseos de vivir, bueno, hasta ese día así lo creímos.

Nació el 1º de noviembre de 1925 en un rancho de los Altos de Jalisco, en una familia muy pobre, me contó que se murieron dos de sus hermanos de inanición. Él siempre fue un hombre tenaz y terco, sobre todo eso, por lo cual dejo el pueblo y se fue a la capital a buscar oportunidades, no sabía leer ni escribir, mucho menos algo de matemáticas, algo que a él no le preocupaba.

Mi hermana entró al cuarto y vio una nota que decía Me voy, no culpen a nadie de lo que me suceda, junto a sus identificaciones y dinero, a lo que mi hermana se preocupo marcándome a mi casa, que está como a 30 minutos de ahí. Me encontraba yo dándome un baño y mi esposa me dio la noticia.

No era la primera vez que mi papá se salía de la casa, no padecía de sus facultades mentales y al contrario creo que estaba más lúcido que yo, eso sí tenía una gran depresión por la pérdida de su vista y oído. No me preocupé y pensé que regresaría después.

Era tanto su amor a la vida y no quedarse atrás en al vida, que tomo un trabajo de chófer en la capital sin saber manejar (donde aprendió a leer, escribir; nunca pisó una escuela, salvo cuando lo llamaban de la mía), este trabajo le marco tanto la vida que fue transportista 40 años, compró dos camiones y tenia empleados, se hizo de su casa, donde ahora viven mi mamá y mi hermana con mi sobrino, de una cuenta bancaria notable y de automóviles.

Mi Mamá, hermana y sobrino, salieron de la casa a buscarlo, y yo solo pensé en ir a ver que sucedía y en que podía ayudar, pero a los 15 minutos otra llamada entro al teléfono de mi casa seguido de un grito de angustia de mi esposa, a lo que me imaginé lo peor. Mi Esposa entre llantos me grito que mi papá estaba muerto, que se había colgado de un árbol a la vuelta de la esquina.

Mi papá no era “amiguero”, pero era popular y tenía algo que agradaba a la gente, era muy conocido en la colonia, porque siempre ayudaba de alguna manera; era extraña su manera de ser, porque era algo envidioso para prestar cosas, pero siempre que alguien le pedía ayuda el estaba ahí; era noble pero no te metas con él o su familia, Era justo y honesto, nunca vi que diera mordidas, pero sabia como aprovecharse de las oportunidades, era un hombre en extremo inteligente y capaz.

Subí a mi hijo de dos años al coche con mi esposa, y nos fuimos tan rápido como pude, llegue a la casa de mi mamá, recibido por mi prima y el papá de mi sobrino. Lo primero que me dijeron, es que no lo veas, mi madre, hermana y sobrino estaban desechos, ellos ya lo habían visto. Me acerque al lugar, y estaba el sólo tapado con una sábana, aún colgado del árbol, rodeado de policías y un par de periodistas de la TV local. No lo podían bajar hasta que llegaran las autoridades correspondientes.

Aun no derramaba una lagrima, sabía en lo que estaba y todo el trabajo que se tenía que hacer para que esto llegara a su final, por lo que decidí hacerme el fuerte, aun a costas de que me dijeran insensible o frío, pero tenía que hacerlo, mi mamá necesitaba donde apoyarse y tuvo que hacerlo en mi hermana, mi sobrino, en su mejor amiga Mari y en mí.

El no fumaba, no tomaba, no salía con amigos y muy raro a reuniones familiares, era muy responsable, demasiado diría yo, algo que nos enseño a mi hermana y a mí. El dejo el panteón ya pagado, un servicio funerario listo y todo el papeleo preparado con los documentos en regla, sólo para que mi hermana y yo fuéramos a firmar. Era un ejemplo de vida y de disciplina, todo un hombre como no los hay ahora, eso quiero convertirme y que mi hijo también llegue a eso.

Sigo sin llorar (algo que no puedo detener ahora), mi papá siempre nos pidió que no lloráramos, que el quería descansar, por lo que tuve que hacerme el fuerte, a lo que fue un día indescriptible ya que tuve que hablar con la policía, estar ahí cuando lo bajaran, ir al SEMEFO (Servicio Médico Forense) a testificar a la PGR (Procuraduría General de la República), por el certificado de defunción e identificar al cuerpo para que nos lo pudieran entregar.

Mi primo Federico Vázquez y mi mejor amigo y hermano Juan J. Mora Muñiz, estuvieron conmigo, algo que les voy a agradecer eternamente, porque hubiera tenido que estar solo para hacer esto, pero aun no lloraba.

Mi papá era muy seco, pero el sabía amar a su manera muy particular, como platiqué con mis primos en la familia, era Esqueda, los Esqueda así amamos, secos y en silencio, con las acciones se demostraba el cariño no con palabras, un papel o acta de matrimonio no hacia que una pareja estuviera junta, el vivió más 30 años de casado con mi mamá, y muy poco lo oímos decir que nos quería, que estaba orgulloso, pero sabíamos que el nos amaba como nada en el mundo, porque nunca nos falto nada.

El no quería velorio, no quería misas; no creía en la iglesia, no creía en ellos, pero en Dios si, todas las noches rezaba y agradecía el día que vivió.

Lo llevamos a la capilla de velación, porque no pudimos enterrarlo ese día, nos sorprendimos del amor que la gente nos dio y cuanto apreciaban a mi papá, pasamos la noche entera y yo seguía sin llorar, hasta la madrugada, cuando definitivamente le dije a mi hermana no quería que se fuera, mi hermana una mujer fuerte, decidida y tenaz, estaba tranquila, a lo cual empezó a llorar también. Entendí de nuevo que tenía que hacerme el fuerte otra vez, porque faltaban más cosas por hacer.

Mi mamá pidió que le hiciéramos una misa, sólo reí porque él estaría molesto con nosotros si supiera, cargue a mi hijo y acompañe al cuerpo de mi papa en la parte final de su viaje, ahí llore y me lamenté su perdida, sobre todo que mi hijo extrañaría a su abuelo.

En cuanto Erick nació, mi papá lo amo, y creo que hasta más que yo, la forma de verlo, de abrazarlo y de besarlo, cosa que nunca hacía con niños, no le gustaban, pero era distinto, era su segundo nieto y amaba tanto a los dos, Eduardo por lo menos lo conoció 17 años, mi hijo sólo 2, es algo que me entristece, que no va a acordarse del amor que le tenía su abuelo, por lo que estoy decidido a que sepa que tuvo un Abuelo que lo amo demasiado.

Salimos de misa, nos fuimos al panteón y me tuve que tranquilizar de nuevo, me dirigí a las personas que nos acompañaron y les agradecí que estuvieran, como amaba a mi papá y todo lo que nos dio, bajaron el ataúd y le dijimos el ultimo adiós, cerraron la tumba y desde entonces esta ahí, solo su cuerpo, él ya esta descansando.

Soy Oscar A. Esqueda Cortés, tengo 32 años y soy hijo de David Esqueda Sepúlveda, que decidió que el 12 de Febrero del 2007 ya no era vida la que tenía y quería descansar, una decisión que tomó mucho tiempo atrás;  marcó el día en un calendario y salió de la casa solo con su ropa, una soga, un balde y la tristeza de dejar esta vida y a nosotros. Una decisión que nunca voy a cuestionar ni enojarme con él, porque era su vida, su tormento, su cruz y no sabía cuando iba a terminar.

Papá te amo mucho, eres el mejor padre que un hijo puede pedir, nunca me faltó nada y te agradezco todo lo que me diste hasta el último día de tu muerte, me enseñaste a ser hombre, a ser esposo y a ser padre.

Descansa que eso deseabas, luego te alcanzo y te daré un abrazo porque la verdad te extraño mucho.